Música para viajar...

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Dejá que la vida te despeine.


Hoy aprendí a dejar que la vida te despeine. Por eso decidí disfrutar la vida con mayor intensidad.

El mundo está loco. Definitivamente loco: lo rico engorda, lo lindo sale caro, el Sol que ilumina tu rostro arruga y lo realmente bueno de esta vida despeina: Hacer el amor, despeina. Reírte a carcajadas, despeina. Viajar, volar, correr, meterte al mar... despeina. Quitarte la ropa, despeina. Besar a la persona que amás, despeina. Jugar, despeina. Cantar hasta quedarte sin aire, despeina. Y ni hablar de bailar, que te deja el pelo irreconocible

Así que, es un hecho... cada vez que nos veamos voy a estar despeinada. Por lo que no tengas dudas de que voy a estar pasando por un gran momento en mi vida.


Entregate, comé rico, besá, abrazá, bailá, enamorate, relajate, viajá, saltá, acostate tarde, levantate temprano, corré, volá, cantá, ponete linda, ponte cómoda, admirá el paisaje, disfrutá, VIVÍ...  y, sobre todo, ¡Dejá que la vida te despeine! Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.

The only exception

Acababan de hacer el amor. Ella se había envuelto con una sábana y arrimado hacia el gran ventanal. A penas entrar en la habitación se preguntó por qué estaba esa ventana tan grande allí, prácticamente al lado de la cama; ahora lo agradecía, ya que por ella podía observar como las gotas de lluvia golpeaban y salpicaban contra el suelo. Siempre había tenido una extraña relación con la lluvia, amor y odio. Solía decir que el clima influenciaba su estado de ánimo, por lo que muchas veces la lluvia no era la mejor de las compalías. Pero otras, como ésta, le hacía sentir un calorcito en el pecho y una bocanada de frescura y renovación a la vez. Era ella observando el paisaje, no siendo parte de él, no dejando que la afectara.
Escucha el ruido de la cama y supone que él se levantó. Sabe que no se equivoca cuando escucha sus pasos y segundos después lo siente detrás suyo. No dice nada, ni siquiera se mueve, se queda esperando hasta que él la abraza por la cintura y apoya el mentón en su hombro luego de depositarle allí un beso. No puede evitar suspirar y empañar el vidrio. Él suelta una risita y como si fuese un niño pequeño dibuja con su dedo índice un corazón.
Ella no quiere pensar más, no quiere buscarle significados, así que sonríe, sujeta la sábana con una sola mano y coloca la otra sobre el brazo de él, dejando apoyar todo el peso de su cuerpo contra su pecho y tirando la cabeza hacia atrás.
-Creí que no te gustaba la lluvia -dice él en apenas un susurro
-Toda regla tiene su excepción -responde e internamente sonríe... él también lo hace
-¿Yo soy tu excepción? -Ella niega suavemente con la cabeza, pero no voltea a la hora de responder.
-Vos estás rompiendo todas mis reglas.

Cosas que no cambian entre un montón de cambios.

No somos los mismos. Vos estás más pelado y yo tengo un par de kilos menos. Tu sonrisa se sigue reflejando inmediatamente en la mía, pero ya no se repercute en mi estómago. Me seguís diciendo enana y yo enojándome, te acordás como me gusta el café y me preparás tostadas con manteca... también te acordás que soy bastante quisquillosa y generalmente no como tostadas porque nadie las hace como me gustan... salvo vos; pero ya no me discutís que "esas no son tostadas", simplemente me las hacés y me las servís en una bandejita para que no llene todo de migas. Tu risa sigue siendo la magia de los rockanrolles, pero yo ya no me río de cualquier cosa que decís. Te seguís llamando igual, pero decir tu nombre en voz alta ya no me produce lo mismo. Decir te quiero y te extraño volvió a dejar de ser tabú. 

Llueve, ¿hubo alguna vez que nos viéramos en Mardel y no lloviera?, es nuestra magia... y con magia no me refiero a esa de mago barato que sos; pero ya no nos abrigamos con más que nuestros abrigos, no hay brazos, ni piernas, ni lenguas. Me llevás a tu casa, que sigue siendo la misma, pero ahora no nos encerramos en tu habitación, nos quedamos en el living, tirados en los sillones viendo una película que parece hablar de nosotros mientras tu gato se pasea frente a la pantalla de la notebook en los momentos cruciales.

No somos los mismos. Yo ya no llevo las manos vestidas de anillos de fantasía y vos dejaste de usar zapatillas de correr. Ya no me sacás florcitas de entre el pelo y yo no te tiro las cartas para saber si vas a encontrar finalmente tu lugar en ese trabajo. La que te produce dolores de cabeza es otra y alguien está intentando aprender a manejarme... si te lo presentara le darías tus condolencias, lo sé.

No, no somos los mismos. Prendiste la computadora y no pusiste ninguno de esos temas de Porta que siempre me dedicabas, en su lugar le diste play a una lista de reproducción aleatoria. No me pediste que te cantara mientras acostabas tu cabeza en mis piernas y yo te acariciaba el pelo; ahora cantamos los dos, a los gritos, muriéndonos de risa hasta que nos doliera la panza. Seguís amando verme mientras escribo, ponerte atrás mio mientras tecleo palabras, muchas veces sin sentido, pero que para vos lo significan todo; pero esta vez, no hay palabras de amor entretejidas, sentimientos sin asimilar o verdades ocultas.

Las cosas cambiaron, sí. Vos tenés un nuevo amor, y yo, por primera vez, no sé que es lo que  quiero.

Y en esta relación tan distinta y tan igual, estamos llevando a cabo el cambio más importante, metiéndonos en terreno desconocido: Intentar por primera vez ser amigos.


Mi mano ya no es mía, es tuya, o nuestra. Nunca voy a soltarte la mano, pase lo que pase...

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No soy más que una simple soñadora que te cuenta lo que siente. No soy más que una... quizás niña, atrapada en un cuerpo de mujer, que trata de salir de ese mundo de fantasía para ser lo que alguna vez le exigieron ser...

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