Música para viajar...

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Arquitecto

Cada vez que digo que tú diseñarás mi casa,  te incluyo como parte de la misma. Sentado frente a la chimenea, en el color de las paredes, en los cuadros colgados, en las escaleras minimalistas, en las ventanas grandes, en el desayunador... en cada rincón posible. Pero sobre todo, en el colchón de mi cama, sin dudas.

Sawning in you

Desperté, era la primera vez que amanecíamos juntos, con tus pies enredados a los míos... Sonreí, todavía dormías. 

Alguien me dijo una vez que podías saber cuales eran tus sentimientos por una persona cuando la veías dormir. Y al verte sentía el pecho lleno, una presión en la garganta y ganas enormes de quedarme toda la vida mirándote. ¿Qué significaría eso?




Las pestañas te tiemblan ligeramente y evito moverme. No quiero que despiertes. No todavía. Quiero un rato más de poder observarte así, sereno como nunca. La sonrisa relajada en tu rostro se acentúa por un momento y mi corazón se remueve...

¿Estarás soñando conmigo?

Cierro los ojos y vuelvo a dormirme. Con vos. Para así aletargar un poquito más el tiempo enredada entre tu piel.

Destino marcado

Todo me vive, todo me pasa. Es un viaje de vuelta, con las alas frías... la Luna fue la que nos iluminó. Casi de día, casi de noche, y vuela tu alma cerca de la mía. ¿Cuál de los cielos estás mirando? ¿De cuál de los vuelos me estoy bajando?

Mi reino está así, al borde del amor, juntando botellas, limpiando nuestro corazón... es fácil mirarte si el fuego no se apagó.


El destino marcado me dice que nunca sabré que viene. Y me gusta. Prefiero dejarme llevar...

Bitácora emocional.

Siempre fui emocionalmente inestable. Así puedo definirme, así me definen todos los que me conocen. Siempre pude irme a llorar pensando en lo sola que me siento, como ponerme a reír por algún chiste tonto que me contó un amigo.

Pero lo que mejor me sale es llorar. Es como un arte... un temible arte instalado en mi corazón que da su show cada vez que cierro los ojos pensando en algo triste para tener la excusa de ir a tirarme a mi cama para sentirme mal conmigo misma.

"No sé si soy una triste con vocación de alegre, o viceversa". Diría Bendedetti. 

Me resumo a frases, esperando que alguien me lea un poco... ¿quién sabe? quizá algún día me despierte al lado de alguien que esté dispuesto a leerme, con imperfecciones y deslices, antes de irse a dormir.


De Cronopios y de Famas

Me dijiste que tu vida estaba mucho más ordenada desde que me fui... sólo para vos mi desorden podía convertirse en arte. 

Quizás era la comodidad de que las cosas se redujeran a una persona cuando sabías que esa iba a ser la única que tolerara tus malos arranques. Porque a decir verdad, acá la única desquiciada era yo, la que no tenía los cabales en su sitio, la poco organizada, la distraída... la enamorada. Como todo sobre nosotros, muy a lo Cortázar "Vamos a enterrar nuestros yo equívocos, quiero equivocrme de nuevas maneras a tu lado". Se sentía así... mas o menos igual cada vez que aceptabas mis arrebatos y hacías que ya no fueran míos, sino nuestros.

También mencionaste que había crecido y te daba lo mismo de miedo que de curiosidad averiguar si eso era bueno o malo... yo tampoco supe como tomarlo. Que extrañabas nuestro club de la serpiente, los cafés fríos a las tres o cuatro de la madrugada, el vino picado como excusa para poder ser vos.
Tu sensibilidad sólo se quebraraba conmigo cada mil lunas llenas, y la mía partía en llato en cualquier amanecida, por cualquier cosa. Entonces me decías que era demasiado mujer, porque era sensible y fuerte a la vez.

Mientras hablabas quise llorar dos o tres veces, y abrazarte otras tantas. Mandar todo al demonio, tomarte de la mano y caminar por las calles desiertas, como tantas veces lo hicimos, con las estrellas como únicos testigos mientras jugábamos a no pisar las lineas de las baldozas o a saltar rayuelas invisibles. Es que con vos siempre fue así, mi cronopio: sólo un salto para llegar hasta el cielo. Y hoy resulta que estamos más en la tierra que nunca, que los relojes nos consumieron, que rompimos todas nuestras promesas y nos convertimos en lo que dijimos que no queríamos ser.

Que así sea.

Despertares de besos, de abrazos cale-faccionados, de latidos y respiraciones acompasadas, de cuerpos entrelazados. Mañanas de café con tu camisa puesta, de cosquillas en la cocina, de duchas compartidas. Mediodías de chicos en el colegio. Tardes lluviosas de siesta. Atardeceres de música. Y lo mejor... noches de amor, pasión y magia. De calor. De almas y no de cuerpos. De reencuentros. De reinventarnos. De ser uno.

Que jodido y encantador esto que hagas que imaginar un futuro juntos sea tan fácil.

Cerré la puerta y te elegí

Me invadiste poco a poco. A mi, que me creía resistente a todo esto que ahora me causás. A mi, con el témpano de hielo en el que me había convertido para protegerme. ¿Cómo lo lograste? ¿Cómo fuiste capaz de eso? ¿Cómo te filtrás hasta en mis sueños?

Puede que no haya razones, no me importa.

Porque puede que haya más placeres en la vida, que el mundo sea mejor en otro planeta o en otra galaxia y allí el aire sea más limpio. Puede que me aseguren que mi corazón pueda salvarse, pueden darme la opción de volver atrás y olvidarme de todo. 


Pero me quedo acá, exactamente así.


Con  tus consonantes y tus vocales. Con tus inseguridades y cambios de humor. Con tus abrazos y tus "Te quiero". Con tu risa y tus sonrisas. Con tus mensajes a las siete de la mañana, con tus buenas noches a las dos. Con el mundo de cabeza.


Con vos, con eso me quedo.



Perphaps

Quizá no soy un genio ni una poeta, ni tampoco una gran experta en el amor. Quizá no soy maga ni una artista, tampoco comerciante o contador. Quizá no soy lo que la gente espera, aunque tampoco sé bien lo que espero yo. Quizá no sea muy buena en lo que hago, pero sé que lo hago con amor.

Quizá no son tan sólo los soldados los que están entrenados para matar, quizá haya gente que sin bombardeos pueda lastimar más que un arma nuclear. Quizá ahuyento a los que me quieren mientras lucho con mi auto-destrucción. Quizá mi error es intentar ser transparente cuando todos tenemos un color.

Si ven una conducta que moleste, discúlpeme de todo corazón, es que a veces me enredo con mi mente buscándole a todo una razón. Si ven que no respondo cuando hablan, discúlpenme, no los quiero ignorar... es que tengo una lucha en mi interior.

Quizás tan sólo lo que ves es lo que soy.

Tan sólo lo que veo es lo que sos.

Cheffy Potter and Three hundred sixty-five days ago...

Pasaron trecientos sesenta y cinco días de aquellos trece. Trescientas sesenta y cinco mañanas sin tener que luchar con vos y tu sonambulismo para que te despiertes, sin que me grites "¿De dónde se apaga esta alarma?", sin tus tostadas y nuestro café matutino entre apuntes de materias que no rendimos, de Durkheim, Marx y Weber, y de Vilma Palma sonando en Radio Norte.
Trece días luchando con Casper y su tendencia a desconfigurárnos los celulares y cambiarnos la música que estábamos escuchando, de escondernos la jarra de jugo o el aceite; con la falta de señal, de supermercados, el paro de subtes y el desabastecimiento de Toddys. Trece días tratando de acostumbrarnos a las diagonales, viviendo de McDonals, disfrutando del bendito Starbucks y de la sobredosis de aspirinetas.
Trece noches de insomnio donde en vez de estudiar economía escribíamos fanfictions, de charlas a las tres de la mañana, de talleres de costura improvisando disfraces para un cumpleaños de alguien que no conocíamos. La espera del fuckin' 16 rezándole a Rowling y las puteadas al Plaza cuando sólo pasaba por Retiro. De hipotermias. De noches de sopa. De tiradas de Tarot en la cama de turno.
La búsqueda de una casa de tatuajes, las infecciones compartidas, la invasión de arañas y hormigas y nuestra razzia al estilo GhostBusters pero armadas con un insecticida y una escoba. El anecdotario: "Nos echaron del cementerio". Los porteños boludeándonos con la calle Corrientes, los Mortífagos en la casa Rosada. Tus bajadas triunfales de los colectivos, los "Éstos nos afanan". Las clases de historia sobre los Masones, "Todos los caminos conducen a la calle siete". Nuestra mascota Pepe... el perro, y el caballo también.

Trecientos sesenta y cinco días de aquellos trece en los que compartimos más que una convivencia. Trecientos sesenta y cinco que parecen trece, que se hicieron agua, que hoy pesan en nostalgia y duelen.

¿Podemos volver?





Una mentira que me haga felíz

Mentíme. Decíme que vos no tenés miedo cómo yo, que vos estás seguro de que vamos a estar bien, que vamos a superarlo. 

Abrazáme y a base de besos borrá cada una de mis inseguridades que son tantas. Contáme al oído cuanto me queres y cantáme esa canción que habla de nosotros. Recordáme la manera en que erizo tu piel y hago que tus ojos brillen. Pedíme que te ame.

Mentíme, por favor mentíme. Decíme que esto no va a terminar, que lo nuestro es más fuerte, que nosotros lo somos.

Lleváme a ese lugar que sólo nosotros conocemos. Dame el gusto de ser romántico por esta vez y dejá que el sonido del mar nos llene los oídos. Dedicáme los latidos acelerados de tu corazón. Enumeráme todas las cosas que te gustan de mi, aunque yo no te las crea; hacéme cosquillas aunque yo me queje y te diga que pares. 

Mentíme, como seguramente alguna otra vez me mentiste. Juráme para siempres. Prometéme cafés matutinos para toda la vida. 

Amáme, como quieras, pero amáme. Quedáte conmigo. Seguíme hasta el fin del mundo. No me dejes.

Pero mentíme, por lo que más quieras, mentíme.

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No soy más que una simple soñadora que te cuenta lo que siente. No soy más que una... quizás niña, atrapada en un cuerpo de mujer, que trata de salir de ese mundo de fantasía para ser lo que alguna vez le exigieron ser...

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